El Rey León: Alternativo

¡Hola, manada! Esta es una historia que he publicado en mi foro y en SERL, pero tengo ganas de hacerlo aquí también.. Primero deben saber: al ver El Rey León y compararla con Hamlet, en muy pocas cosas se parecen. Así que decidí crear un relato de TLK donde se cuenta lo que hubiera sucedido si fuera más similar a aquella obra. Daré más parecido en las personalidades. La base de la trama se queda, ya que eso es lo que tiene de casi igual con Hamlet. Nota: En este fic, en vez de aparecer Sarafina, aparece Leo (padre de Nala semi oficial). Tampoco aparecerá Zazu, ya que en la película se intenta de recrear a Polonio con él.

El ciclo continuaba, se sabe que no tiene fin. Esa mañana había nacido el pequeño cachorro de león Simba, heredero al trono, hijo primero del respetable rey Mufasa. Sarabi, la reina, se sentía tan feliz que no deseaba separarse de su nueva familia en ningún momento de la vida. Juraba protegerlo hasta la muerte. Aunque tal vez fue un juramento falso. El futuro es incierto, todos lo sabemos.
Todos los animales del reino se encontraban reunidos en torno a la Roca del Rey. Rafiki, el simio híbrido entre mandril y papión, fue quien presentó al príncipe. Lo alzó en sus brazos y dejó que el viento le rozara con suavidad.
Fue marcado el comienzo de una nueva era, un era muy particular...

Personajes que representan a otros de Hamlet: | Simba-Hamlet | Scar-Claudio | Mufasa-padre de Hamlet | Sarabi-Gertrudis | Nala-Ofelia | Mheetu-Laertes | Leo-Polonio | Timon-Rosencrantz | Pumbaa-Guildenstern | Malka-Fortinbras |

Esperen próximamente el primer capítulo...

Buen prólogo amiga, espero que sigas pronto tu historia por que de verdad es interesante.

Rugidos!!!!!!!!   

Buen comienzo, me parece muy original la historia que vaz a llevar: Le vas a dar un poco mas de Harmlet a TLK xD 
Espero que puedas continuar.
Saludos!!

Muchas gracias, chias. Su comentarios son muy amables. Eso me alienta mucho  

---

Capítulo 1: "Sólo mi culpa"

-Despierta, Simba.
-¿Hmmm? ¿Papá?- El pequeño príncipe entreabrió los ojos.
-Sí; levántate, que te mostraré lo que aún no pude enseñarte del reino.
-Para lo que ayer no alcanzó el tiempo.
-Exacto- Entonces el cachorro se levantó, aún con sueño en sus gestos. La madre, Sarabi, le empujó suave y cariñosamente para ayudarlo a levantarse. Entonces, rey y príncipe, se sentaron en la punta de la Roca del Rey, observando con admiración el alba-. Algún día, todo esto será tuyo.
-¿Todo?
-Todo, hijo. Todo reino de luz y rayos del sol. Pero los dominios de la sombra seguirán siendo lo que son: dominios de la sombra.
-¿Qué hay allí?
-Bestias horribles y despiadadas. Carentes de toda virtud a quienes acostumbramos a llamar hienas- El escuchar esa palabra hizo temblar al pequeño. Su padre guardó silencio por unos segundos. Se acercó al oído del heredero y le susurró lo siguiente- Prométeme que jamás te atreverás a visitar aquellas tierras malditas.
-¿Prometerlo? Te lo juro, papá. Jamás sería capaz de no acatar algo que me dijeses tú.

El rey Scar, sentado en una roca observando el horizonte al alba, demostraba no sentirse muy grato por el nuevo día.
-¿Su Majestad, el rey? ¿Qué le sucede?
-Zazu, ¿Qué es lo que me sucede, dices?
-Sí; se le ve indignado, señor.
-¿Qué me sucede? Más bien, ¿Qué le sucede al príncipe Simba? Han pasado más de tres meses desde la muerte de su padre, Mufasa, y aún lo sigue llorando y viviendo en la pena.
-No es extraño. Que su madre, la reina Sarabi, que lo conoció mucho mejor, ya no se entristezca de aquello. Más bien, haya decidido casarse con Usted luego de sus copiosas súplicas. Eso no significa que el corazón del joven no sea más fiel y sensible.
-Estás en lo cierto, pero debería dejar de hacer público su dolor. Especialmente con su madre, que tanto le hace sufrir con esto.
-¿Quiere que lo traiga, señor? Tal vez escuche su pedido.
-No, no es lo que deseo. Quiero que él mismo se dé cuenta que comete un error y lo corrija. Si esto no sucede, de todas formas en algún momento dejará de penar- En medio de la conversación entre el soberano y el consejero, Simba se acercó bostezando-. ¡Querido Simba, justo hablábamos de ti!
-¿De mí? ¿Qué se puede hablar de mí más que decir el insignificante gusano que soy ahora?
-¿Por qué ese ánimo tan malo?- Preguntó Scar, como si desconociera la respuesta.
-Yo me retiro- Zazu los dejó para que intercambiaran palabras en paz.
-Sabes la causa- Comenzó ignorando la retirada del ave-. Sin él, ya no significo nada realmente. Y eso no es lo que me importa. Lo que en verdad me entristece es ya no poder volver a verlo para pedirle perdón… Pedirle perdón por…
-¿Por qué, sobrino?
-Por haberle desobedecido.
-No comprendo.
-¿¡Tú no comprendes!?- Estalló Simba. Hubo unos segundos de silencio-. Lo lamento mucho, tío; es que me siento muy mal… Culpable. ¡Claro que es mi culpa! Su muerte la causé yo.
-Escuché de tus propios labios que Mufasa se encontraba luchando contra las hienas por alimento- Dicho esto, pensó “Pero sé que no es verdad”.
-¿Creíste que sería capaz de mostrar la causa y que me acusaran de asesino? ¿Pensaste que para mí sería reconfortante que todos supieran y que yo mismo supiera de mi culpabilidad? ¿En verdad quieres saber qué pasó?
-La verdad que sí…- Y pensó “Pero no necesito que me lo cuentes”.
Continuará...

Buen capitulo amiga!!!, pobre simba... y que cruel fue zazú cuando dijo eso de sarabi, pero con tal de que sea más apegado a la historia original de Hamlet se ve mejor.

Sigue pronto y Rugidos!!!!!   

¡En verdad lamento el retraso, amigas! He estado un poco ocupada últimamente. Pero finalmente traigo el capítulo. Espero que lo disfruten.

-Sucede que, y tú bien sabes- Comenzó el príncipe-, papá me pidió de muy pequeño, conociéndome bien como el busca problemas que era, que nunca me acercara a los dominios de la sombra. Yo le juré que no lo haría, como era de esperarse. Y todo el tiempo creí que cumpliría con aquellas palabras propias. Pero el orgullo nos sorprende en nuestros momentos más vulnerables…

Cuatro meses atrás…

  Simba y Nala se encontraban jugando cerca de un lago. Aunque ellos no le llamaban “jugar”. Decían que los juegos era para cachorritos pequeños. Por eso lo denominaban “entrenar”. Supuestamente, era el entrenamiento para las cacerías y las posibles guerras entre otros reinos. Se encontraban tranquilos, concentrados en los suyo, cuando repentinamente escucharon un ruido a sus espaldas. Parecía una rama habiéndose quebrado. Ambos se voltear, demostrando el asombro con sus ojos. A la rama le siguió una risa con tintes malévolos. De las hierbas saltó con total naturalidad Mheetu, el hermano mayor de Nala. Entonces los jóvenes acabaron con su expresión de pasmo, pues era común que el león intentase asustarlos cuando menos deseaban.
  Hay que remitirse a la relación entre el príncipe y Mheetu. En el nacimiento del primogénito del rey, el mayor era un cachorro con dos meses de edad. Cuando Simba abrió los ojos dos semanas luego de su nacimiento y comenzó a socializar con los demás a parte de sus padres, el primero al que vio fue a Leo, conejero del monarca y padre de una leona que había nacido más o menos en la misma época que él y también era el primer día en que visitaba el mundo. La leona se trataba nada más ni nada menos que Nala. Su padre le ofreció de conocerla, a lo que el futuro soberano aceptó entusiasmado por hacer amigos. La vio jugando junto con su hermano mayor. Los ojos de ambos machos se cruzaron. En esa primera y casual mirada ya se pudo ver expresado todo. Desde el principio se tuvieron un poco de odio. Una rivalidad que incluía a su hermana. Porque fue obvio para el mayor que Simba se enamoró perdidamente de su hermanita apenas la vio. Y que ese sentimiento crecería con el paso del tiempo. A él no le agradaba, deseaba cuidar a Nala y mantenerla en castidad hasta donde el mismo tiempo le permitiera. Por más que se admiraban secreta y mutuamente por sus distintos “dones” y eran amistosos entre sí normalmente, una rivalidad había nacido. Y hasta ese momento no había muerto.
  Volvamos a la situación. Mheetu había tenido intenciones de asustar a los jóvenes. Se puede saber y dar por entendido que Simba se estaba pasando de la raya con su hermana. Atosigándola con indirectas que demostraban su amor, y con otras indirectas que querían obligarla a aceptarlo. Y se debe dar a conocer que, por más que ellos no lo supieran, él los vigilaba todo el tiempo que pasaban juntos.
-Miren quién está aquí- Comenzó el príncipe, enojado por no poder continuar con su ambicioso plan-. ¿Por qué no vuelves al agujero del que saliste?
-¡Oye! Los tres nacimos en el mismo “agujero”- Exclamó Nala, remarcando sarcásticamente la palabra agujero-. Pridelands es el segundo lugar más hermoso que conocí.
-Vuelve tú, ya te estás alejando- Hizo caso omiso del comentario de su hermana menor y amenazó al futuro Rey-. ¿Recuerdas que le prometiste algo a tu padre?- Su rival mostró los dientes y gruñó.
-No soy un niño chiquito. No necesito que un anciano que se cree sabio me dé órdenes. Ni que tampoco su futuro lacayo me las recuerde.
-¡Oigan, oigan!- La joven leona se interpuso entre ellos antes de que se librase otra batahola-. ¡Olvídenlo, ya! Simba tiene razón, Mheetu. Tú no debes darle órdenes. Y amigo mío, ¿Qué te ha pasado? Insultaste así a tu padre…
-¿Qué más debería hacer? Es un pesado. No creo que haya dicho eso para protegerme, ¡Más bien para privarme de algo que me está ocultando!
-No digas tonterías- Intentó calmarlo Nala.
-Y si tan importante te parece, ¿Por qué no vas?-Volvió a hacer caso omiso del comentario de su hermana para desafiar al jovencito otra vez.
-¡Eso haré!- Dijo muy convencido en respuesta. También sus movimientos fueron convencidos. Corrió a toda velocidad hacia el dominio de las sombras, seguido por su amiga y el hermano mayor. Ella intentaba detenerlo con frases para hacerle tomar conciencia. Pero nada lograba.
  Una vez en frente del sitio el que había jurado alejarse por siempre, se detuvo en seco. Nala creyó que se había salvado y se alivió. Pero pronto vio que su amigo frunció el ceño y, con paso valiente, comenzó a caminar adelante. Ese fue el principio del fin…
Continuará...